sábado, 27 de septiembre de 2008

Get Smart 2008, el Súperagente 86 en el siglo XXI

Get SmartCuando hablamos de la nueva adaptación de Get Smart a la pantalla grande, remarcamos la difícil tarea de los actores que aceptaron el reto de revivir un clásico de la televisión.

El primer gran contraste entre la serie y la película de Peter Segal, es la estética. La versión televisiva, que salió por primera vez en 1965, además de ser una de las mejores comedias de todos los tiempos, es además un icono de los sesenta. Ajustándose a las tendencias del nuevo milenio, la película hace uso de las novedades tecnológicas y adapta varios de los clásicos de la serie a esta nueva época, haciendo también merecidos homenajes como en el caso del inolvidable zapatófono.

Get SmartDesde el punto de vista de la actuación, la mayor carga está sobre las espaldas de Steve Carell, el elegido para tomar el papel de Maxwell Smart. Quizás allí esté la gran diferencia con la serie, mientras Carell debe interpretar al Maxwell Smart, Dom Adams fue, es y será por siempre Max. Este es el punto clave donde la película no puede hacer olvidar a la serie. Los actores de los sesenta están tan identificados con los personajes que parece imposible imaginarlos con otras caras.

Aunque Carrel se vista como Maxwell Smart, use trajes parecidos e intente algunas de sus ocurrencias, no es Max, es un actor interpretando al personaje.

Anne Hathaway tampoco tiene una tarea fácil al ponerse bajo la piel de la 99. A su favor tiene una belleza que podría ser comparable con la de Barbara Feldon en su época de esplendor. Lo que diferencia a la 99 del siglo XXI con la de los sesenta es una cuestión de actitud. Mientras Anne Hathaway muestra las destrezas de una agente superentrenada y aguerrida, deja un poco de lado lo mejor del personaje que nos regalara Barbara Feldon: la ingenuidad y los caras ante las ocurrencias de Max.

Lo mismo ocurre con el resto de los personajes: Alan Arkin luce correcto en su papel, pero distinto a El Jefe del inolvidable Edward Platt. Por su parte, Terence Stamp compone un Siegfried que tiene tan poco en común con el de Bernie Kopell , que parece difícil encontrar los rasgos y el humor de uno de los personajes más emblemáticos de la serie. Las mismas diferencias se pueden trazar entre el Starker de King Moody y el que compone Ken Davitian para la película. Hasta el enorme talento de Bill Murray queda atrapado en el tronco de un árbol, dejándonos con ganas de ver un poco más del Agente 13, aquel genial personaje que alguna vez encarnara David Ketchum.

Get SmartDejando un poco las comparaciones, es evidente que los nuevos guionistas (Tom J. Astle y Matt Ember) les dieron un nuevo perfil a los personajes creados por Mel Brooks y Buck Henry. En algunos casos es entendible la actualización de los personajes, que no podían quedar estancados en un estereotipo al que ya le han pasado varias décadas. Sin embargo, es evidente que en esa actualización algo faltó. No por nada es que los mejores momentos del filme vienen de la mano de los recuerdos, como el cono del silencio, el descapotable rojo o el zapatófono ... o quizás en esos contados segundos en los cuales Bernie Kopell aparece en la pantalla y toda la nostalgia se nos viene encima, con una catarata de imágenes y risas de un tiempo que fue hermoso.

Más allá de todas estas cuestiones, la película es disfrutable, especialmente si logramos evitar que las imágenes y los recuerdos nos lleven a las comparaciones.

Tal vez (sólo tal vez) estos rostros hubieran logrando ser más eficaces con otros nombres, distintos a los que nos emocionaron de chicos. Quizás (sólo quizás) el apellido Smart es un apellido demasiado pesado de llevar.

Probablemente en la próxima aventura tendremos la oportunidad de verlos nuevamente en acción y de esta forma saber si los papeles les sientan mejor. Por lo pronto se puede decir que es bueno verlo a Max otra vez en el cine, pero lo mejor sigue estando en la pantalla de televisión.

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