martes, 23 de agosto de 2011

1984 de George Orwell: la vida bajo los ojos del Gran Hermano

1984 - John Hurt
¿Qué sería de nuestra vida si nos robaran el pasado o lo cambiaran a cada instante? ¿Cómo sería posible vivir en una sociedad donde somos observados a cada instante? ¿De qué manera se puede sobrevivir al control permanente de los pensamientos?

George Orwell, escritor fallecido en 1950, publicó a fines de la década del cuarenta, una novela a la que tituló, simplemente, 1984. En ella plantea el alcance de una tiranía impuesta por una superpotencia que se encuentra en guerra permanente y mantiene oprimidos y controlados a los habitantes de su nación, subdivididos en clases.

La trama  se desarrolla en el año 1984, el futuro distópico que eligió Orwell para desarrollar la trama de su novela más popular. La historia nos cuenta que, en ese tiempo, “El Partido” controla todo y cada miembro es visto cada segundo por una telepantalla que todo lo ve y todo lo controla. En ese contexto sobresale el Gran Hermano, un ser supremo que gobierna y es adorado (obligatoriamente) por todos.

El régimen está inspirado en las más crueles tiranías de la primera parte del siglo XX pero llevado a un grado superior. Entre sus dogmas, el Partido promueve el “doblepensar”, es decir, tener en la mente pensamientos contrapuestos, pero siempre sostener lo que el Partido diga, aunque eso sea contrario a los propios recuerdos. La historia no es la que ocurrió sino la que el Partido escribe y, a su vez, la historia se escribe una y otra vez en función de las necesidades del régimen.

En esa misma sintonía, el Estado cuenta con cuatro ministerios principales: el Ministerio del Amor (dedicado a torturar a los criminales y a aquellos que piensan distinto), el Ministerio de la Paz (enfocado en la guerra), el Ministerio de la Abundancia (para racionar la comida y otras necesidades de la población) y el Ministerio de la Verdad (orientado a falsificar datos históricos). Cada uno de estos Ministerios, tal como lo impulsa el “doblepensar” tienen finalidades opuestas a lo que sus nombres sugieren, aunque la mayoría de la población no discute sus métodos, sino que los avala.

En el centro de la trama se encuentra Winston Smith, quien trabaja alterando datos en el Ministerio de la Verdad. El gran "pecado" que comete Winston es  pensar distinto y, no solo eso, además se permite llevar un diario contando sus pensamientos. Para agregarle mayor peligro a su vida, Winston conoce a Julia y se enamora, manteniendo una relación secreta a espaldas del Partido, algo totalmente desaconsejado en esa realidad, donde el único amor que se puede proclamar a viva voz es para El Gran Hermano.

Varios años después de la muerte de Orwell, precisamente en el profético año 1984, se estrenó la película con el mismo nombre, filmada en los lugares de Inglaterra que el autor narró en su texto. Dirigida por Michael Radford, en esta cinta brilló un inmenso John Hurt en el rol de Winston Smith. Una bellísima Suzanna Hamilton se puso bajo la piel de Julia y Richard Burton, en el último papel cinematográfico de su carrera, interpretó a O'Brien.

Si bien hoy Gran Hermano es un personaje famoso de la televisión, el “Big Brother” que imaginó Orwell era realmente inquietante y muy poco simpático. En cada centímetro de la novela escrita antes de comenzar la década del cincuenta hay un aroma a desencanto, hasta en los momentos más serenos o románticos, todo lleva a pensar que algo saldrá mal, que nada puede escapar a los ojos de Gran Hermano, al poder inquisidor del partido.

1984 es una obra para leer con detenimiento y, por momentos, con nervios de acero. En más de una oportunidad resulta imposible no ponerse en la piel de Winston Smith y sentir todo lo que le pasa por le cabeza, el cuerpo y el corazón.

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